Hace aproximadamente tres meses que cada vez que voy a la peluquería, acepto que me sequen el pelo con secador y me pasen la planchita. Antes salía cual adolescente con el cabello chorreando agua.
Ese toque de producción... me gustó. Hizo que me viera más arreglada y que se apreciara el corte a pesar de ser bastante informal.
En unos de los chateos con mi ex peluquero y gran amigo Juanchi (que me conoce como si me hubiese parido), me comentó (ácidamente) de la importancia del secado, sobre todo en cabellos cortos y acotó: "...eso te va a dar volúmen, sino el pelo te queda sin gracia dando el aspecto de un ama de casa después de terminar su día de trabajo, y creo que vos estás lejos de serlo, no? mi amorrr". Eso fue como pegarme una trompada en el estómago (volvieron a mi mente recuerdos de mi vida pasada).
Como ansiosa-compulsiva que soy, ni bien tuve oportunidad (al día siguiente en realidad), me compré un secador de pelo.
Lo probé, terminé de secarme, moldee el peinado con los dedos y... me gustó la imágen que vi en el espejo.
Pasaron los días, el pelo creció y tuve que incorporar un cepillo para poder modelarlo.
Cuando iba camino a comprarlo, me detuve en la casa de Moni a tomar unos mates y conversando sobre el tema, me regaló un cepillito (que ella ya no usaba) del tamaño ideal, era de cerdas, redondito y chiquitito. Si lo hubiese tenido que comprar habría elegido uno de plástico, los veía más fáciles, pero... a cepillo regalado, no se le miran las cerdas.
La santa ofreció que hiciéramos una prueba para ver si lo podía manejar, pero yo (superada: si manejo una camioneta enorme, cómo no voy a manejar un cepillitooo???), me negué diciendo que tan difícil no debía ser.
Esa noche, cuando me terminé de bañar, comenzó la odisea. Primero oreé el pelo, dejé el secador, enrosqué un mechón en el cepillo y cuando quise darle calor frente al espejo me dí cuenta que tenía graves problemas de motricidad. No le embocaba la dirección del aire, se me desenroscaba el cepillo... cambié de mano los instrumentos, derecha el cepillo, izquierda el secador... igual, como que me secaba o la frente o la nuca pero no el mechón.
Sin darme por vencida, deduje que tal vez el problema era estar frente al espejo...entónces decidí darle la espalda.
Todo iba viento en popa, unos minutos más y esaría lista para el toque de aceite en las puntas!!!.
Dí por finalizada la tarea, orgullosa, guardé los elementos... pero faltaba la prueba final: mirarme al espejo.
Cuando lo hice, me llevó varios minutos reconocerme... había quedado idéntica a Tina Turner después de un concierto!!! toda la cabeza alborotada y con frizzzzz!!!
Al borde de un ataque de nervios, comencé a aplastarme el pelo y apuntalarlo con gel hasta formar una melenita en los costados. Abrí los espejos laterales y la impotencia se descargó en llanto: de frente estaba presentable pero de perfil parecía la paja de una escoba vieja. La cabeza como muñeca recién encontrada.
Me llevó unos minutos recuperarme y ni bien lo logré, volví a la ducha... necesitaba empezar de cero.
Agarré sólo el secador, al diablo con el cepillo!!! y le largué el aire a lo salvaje, le dí volúmen con los dedos, aceité las puntas y... ♪a brillar mi amor♫ ...
...Ah ! y gracias a Dios que me dió una cara bonita.
Su-Saraza